La alegría de la obediencia
La alegría de la obediencia

La alegría de la obediencia

La madre desesperada le grita a su niño de diez años: “¡Es la quinta vez que te digo que recojas tu cuarto y no lo has hecho!” El niño observa su frustración y le responde: “ya sé, sí lo voy a hacer, pero más tarde.” Si han sido padres, se pueden imaginar el resto de la historia. Creo que todos hemos pasado por esta experiencia.

Cuando nuestras hijas estaban más pequeñas acostumbrábamos a decirles: “Obediencia retrasada no es obediencia.” Con esto queríamos estimularlas a hacer las cosas a tiempo, porque la acción cerca de la instrucción evita la frustración. No siempre resultaba, ya que no definíamos lo que para nosotros significaba “a tiempo” y no dejábamos nuestras expectativas claras.

Pero Dios sí nos ha dejado sus expectativas claras. El rey David se dio cuenta de esto cuando escribió:

Devuélveme la alegría de tu salvación; que un espíritu obediente me sostenga. Así enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se volverán a ti (Salmo 51:12-13).

David entendió por las malas que había perdido su alegría. Es probable que ni siquiera se había percatado de cuándo pasó. Deseó la mujer de su prójimo, usó su posición para el acoso sexual y cubrió el asesinato para encubrir el embarazo con bastardo. Estaba inconsciente de sus acciones y sus repercusiones. Necesitaba regresar a la alegría de la obediencia.

Alegría y obediencia

La alegría está unida a la obediencia. Estar alegres de obedecer y obedecer con alegría. La alegría proviene de la salvación de Dios. Por Su salvación tenemos una entrada a Su casa, un sitio en Su mesa, un rincón en la palma de Su mano, una impresión en la niña de Sus ojos, una sonrisa dibujada en Su rostro. Por Su salvación, tenemos un refugio en medio de la tormenta, una mesa de lujo cuando hay angustia alrededor, una maqueta que te saca del etéreo, una visión de quienes podemos llegar a ser, la satisfacción de saber que podemos complacerle… aunque a veces no lo hagamos.

David había pecado contra Dios, contra el pueblo, contra Urías, contra sí mismo (2 Samuel 11-12). Aun así, ora para no perder su estatus delante de Dios y para recuperar la alegría de Su salvación. La alegría se esconde en la obediencia. Cuando somos desobedientes perdemos la alegría, no la salvación misma. Tal vez por eso desde hace tiempo andas triste o amargado. Necesitas recuperar la alegría que viene por causa de la obediencia.

Marca espiritual

La obediencia es una cicatriz de piel que nos recuerda el dolor y el camino. Una marca espiritual. Un indicio del carácter probado en eso. Una columna que sostiene la invitación a no ceder, a no seguir el placer por el placer.

A no buscar lo impaciente para llegar más rápido por el atajo. Ni la maldad para llegar a nuestra meta – el fin no justifica los medios. Ni la envidia para destacar a costilla de los demás. Ni el desorden para salirnos con la nuestra y alardear. Ni el orgullo para ganar lo propio y que todo gire alrededor nuestro. Ni la rudeza para ridiculizar a la hermana. Ni el egoísmo para ser servido primero, mucho menos exclusivamente. Ni el rencor para… ¡no sé que logra el rencor! Ah, sí. Logra robarte la paz y la alegría, siembra raíces de amargura y te deja avanzar, pero sólo por unos cuantos pasos antes de pasarte la factura.

El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad (1 Corintios 13:6).

La obediencia no es así. Más bien te devuelve la paz y la alegría. La obediencia arranca raíces de amargura y te deja avanzar, todos los pasos que necesites, sin pasarte la factura. El Señor guiará tus pasos en la obediencia. La obediencia sufre el desprendimiento, cree que sí se puede, espera su turno, aguanta la prueba.

Enseña Sus caminos

Cuando la gente mire tu obediencia –y ya te están mirando, quieren vivir como tú. Por lo menos piensan que deben regresar de sus maneras pecaminosas y dejar de quebrantar lo establecido. En el fondo lo saben. En realidad no quieren la obediencia. Lo que quieren es lo que ven. Entonces puedes enseñarle la avenida de la alegría y el Camino de la paz. Cuando te pregunten –y te van a preguntar, diles:

La acción cerca de la instrucción evita la frustración http://vla.lu/lmd #devocionales #meditaciones Share on X

Te invito a que hagas esta oración conmigo, bueno, con el rey David:

Señor, “devuélveme la alegría de tu salvación; que un espíritu obediente me sostenga. Así enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores…” nos volveremos a ti. ¡Amén!

Y tú, ¿perdiste el camino de la alegría? ¿Puedes regresar a la obediencia?

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